viernes, 17 de abril de 2009

Joyas con historia

En los tesoros de las cortes y en las cajas fuerte de los magnates, se guardan joyas tan famosas que hasta tienen historia propia. Entre ellas, abundan las anécdotas, leyendas y hasta grandes maldiciones.

Joyas de la corona británica: Este tesoro con más de 1000 años incluye joyas, cubiertos, coronas y curiosos utensilios. En las cenas de estado, siempre está presente el salero de la reina Isabel II, conocido popularmente como “la Sal del Estado”, de oro sólido que pesa 6,3 kilos! Pero este gigante salero palidece frente al Grand Punch Bowl, un bol de ponche, del tamaño de una bañera, con capacidad para 110 litros de champán. La reina Victoria hacía bautizar a sus hijos en ella. El rey Guillermo IV, se mandó a hacer una corona tan grande y pesada que le causó un severo dolor de cuello que le obligó a interrumpir su ceremonia de coronación. La Imperial State Crown, corona que la reina Isabel II usa para la apertura del Parlamento, está incrustada con un par de gemas que cayeron del collar de la reina escocesa María Estuardo cuando fue decapitada.


Diamante Kohinoor: Se dice que tiene una maldiciòn: "Quien posea este diamante dominará el mundo pero también conocerá todas sus desgracias. Solo Dios o una mujer pueden llevarlo con impunidad". De hecho todos los  hombres que lo han tenido, o han perdido sus tronos, o han muerto o caído en desgracia. Perteneció a gobernantes hindúes, mogoles, persas, afganos y sikh, quienes lucharon amargamente por él. Su nombre surge cuando fue tomado en 1739 por el Sha de Persia al invadir India. Lo encontró escondido en el turbante del Emperador de Dehli. El Sha de Persia. A verlo, maravillado, lo llamó “Montaña de la Luz” (Koh-i-noor). Al terminar la Compañía de las Indias Orientales fue cedido a la Reina Victoria cuando ésta fue proclamada Emperatriz de la India en 1877. Anteriormente pesaba en bruto 186 quilates pero fue tallado por los británicos perdiendo gran parte de su peso y quedando con solo 108.93 kilates. Tras su tallado, pasa a formar parte de la corona de la Reina María, y ahora en la de la Reina Isabel. Esta joya inspiró la novela de misterio “La Piedra Lunar” del escritor Wilkie Collins.


Diamante Cullinan: Fue el diamante en bruto más grande del mundo (tan grande como una berenjena). Pensar en sus 3,106 quilates da mareos! Fue encontrado en Pretoria, en 1905. Como Sudáfrica era entonces una colonia británica, la gema debía enviarse al rey Eduardo VII. Pero había un problema: cómo enviarla sin que cayera en las garras de ladrones. Scotland Yard pasó meses ideando una forma segura de llevarla a Londres. Al final, decidieron que cuanto más simple, mejor: el diamante fue mandado en un paquete sin identificación por correo normal como si fuera una plebeya encomienda, llegando a salvo al Palacio de Buckingham. El Cullinan fue cortado en un juego de enormes gemas conocidas como las Stars of Africa. El Star of Africa I, del tamaño de un huevo y de 530,2 quilates, está colocado en el cetro real que cada nuevo rey lleva en la ceremonia de coronación. El Star of Africa II, de 317,4 quilates es usado a veces como prendedor por la familia real. De los restantes, se hicieron diamantes para la colección privada de la reina Victoria y heredados por la Reina Isabel II de Inglaterra.

Corona del doce: En 1596 Christian IV, rey de Dinamarca, quiso que su coronación se celebrara con todo esplendor y encomendó la realización de esta fabulosa corona de oro esmaltada en colores y adornada con diamantes y perlas. Tiene 12 puntas, y el número 12 se repite en toda su estructura. Este número de significado bíblico remite a las 12 tribus de Israel, las 12 puertas de Jerusalén y los 12 Apóstoles. En los picos altos aparecen figuras esmaltadas que simbolizan las virtudes que debe poseer un buen monarca: sacrificio, fortaleza, justicia, caridad, y misericordia. Tras la derrota en la Guerra de los 30 Años, Christian IV empeñó la corona para conseguir dinero para seguir el combate. Recién su hijo, Federico III, pudo recuperarla para usarla en su propia coronación.

El broche trágico: Un ramillete de oro con 1091 diamantes que pesan 200 quilates hecho para la reina Sofía Magdalena de Dinamarca en 1764, quien lo regaló a su nuera Matilde al casarse con su hijo, el Rey Federico IV. Matilde llevó una vida desordenada y alocada. Le gustaba vestirse de hombre y protagonizó numerosos escándalos, el peor de los cuales fue su sonado amorío con el médico real, J.F. Struensee. La relación entre la suegra y nuera se deterioró por este escándalo. Al morir la reina madre, Matilde se vengó de su odiada suegra, fundando una orden con su nombre para celebrar su feliz amorío con el médico, burlándose de la “Orden de la unión perfecta” que la difunta reina había formado para conmemorar su feliz matrimonio. La condición para recibir esta orden era devolver la antigua. Con este acto pretendía borrar la memoria de su suegra. Para costear la nueva orden y terminar de vejar la memoria de su suegra, vendió el ramillete que ésta le había regalado. Pero la historia no terminó bien. El amorío fue descubierto, la reina Matilde fue desterrada y su amante fue decapitado, despedazado y exhibido ante el pueblo. Matilde nunca volvió a ver a sus dos hijos, muriendo al poco tiempo. Su nieta, la reina Carolina Amalia, conmovida por las desdichas de su abuela, decidió redimir sus faltas mandando a hacer un broche idéntico al vendido por su abuela luciéndolo públicamente en su coronación en 1840.

La pulsera de las Margaritas: Cuando la reina Ingrid de Dinamarca tenía 5 años, su madre, la princesa Margarita de Suecia le regaló una pulsera de oro. Cinco años después, su madre falleció. Era una pulsera creadas a fines del siglo XIX, parte de un fabuloso conjunto, compuesta por trece margaritas graduadas con pétalos de turquesa, centro de perla y adornos de diamante que también puede llevarse como diadema. Actualmente la suele llevar la Reina Margarita de Dinamarca (hija de Ingrid). En homenaje a su madre, la reina Margarita, regaló una copia de su pulsera a sus hijas cuando cumplieron los 5 años. Y esta tradición ha permanecido, por lo que todas las mujeres de la familia tienen una.

Corona de San Venceslao: Usada en 1347 por Carlos IV al ser coronado rey checo. Singular pieza de joyería medieval engarzada con 96 gemas y 20 perlas; remata en un crucifijo con la inscripción “Hic est spina de corona domini” (Aquí se conserva una espina de la corona de Cristo). Llamada así porque estaba colocada sobre el cráneo de San Venceslao y los reyes solo la usaban en su coronación debiendo devolverla el mismo día. Una bula papal de Clemente VI prohibía so pena de excomulgación sustraerla o empeñarla. Esto originó una leyenda de que quien se la colocara sin ser rey, moriría de manera violenta. Los sucesos de la Segunda Guerra Mundial reforzaron la leyenda. Reinhard Heydrich, jefe nazi en esta zona ocupada por Hitler, en un acceso de soberbia, se la colocó sobre la cabeza, muriendo en 1942 en un atentado de antifascistas checos. Terminando la Guerra, su sucesor, Karl Hermann Frank, mandó esconderla en el subterráneo del Castillo de Praga ejecutando a los presos que lo habían hecho; convirtiéndose en el único en saber su ubicación. Tras la derrota Frank fue capturado, revelando el escondite a cambio de un indulto que no se tomó en cuenta siendo ejecutado al encontrarse la corona. Actualmente se encuentra guardada bajo llave en la Catedral de San Vito y solo fue exhibida 9 veces a lo largo de todo el siglo XX.

Diamantes de Lesotho: Grupo de gemas talladas de un diamante en bruto de 601 quilates, descubierto por una mujer, Ernestine Ramaboa y comprado por Harry Winston, quien lo talló en 18 diamantes. Uno de ellos, el Lesotho III (41,42 quilates) fue regalado a Jacqueline Kennedy por Aristóteles Onassis por su compromiso. El anillo fue vendido en 1996 en una subasta en Sotheby's por 2.6 millones de dólares. La compró Tony O'Reilly, el heredero de la fortuna Heinz Ketchup como regalo de cumpleaños para su esposa Chryssanthie Goulandris. La mayor de todas, la Lesotho I (71,73) quilates fue vendida por Winston por 3,5 millones de dólares.


Diamante Wittelsbach: (35,56 quilates) Diamante azul que perteneció a Margarita Teresa de Austria, hija de Felipe IV de España, conocida por ser el personaje central de 'Las Meninas', de Velázquez. Se lo regaló su padre como parte de su dote, al casarse a los 15 años con Leopoldo I de Austria. La infanta murió en su cuarto parto a los 21 años. Tras su muerte, Leopoldo se lo dio a su tercera esposa, Leonor Magdalena, con la que tuvo 10 hijos y la emperatriz se lo dio a su nieta, la archiduquesa María Amelia, que se casó en 1722 con Carlos Alberto de Wittelsbach, príncipe de Baviera. La piedra preciosa se convirtió en la joya familiar de los Wittelsbach. En 1931 la familia subastó la joya en Christie’s cambiando varias veces de dueño. El 10 de Diciembre de 2008 fue nuevamente subastada por la misma casa por 11.3 millones de Euros.


Diamante Regente: (410 quilates) Tiene fama de traer mala suerte. Cuenta la leyenda que fue descubierto por un esclavo en una Mina de la India en 1701, quien lo escondió entre los vendajes de una herida auto infligida en su pierna huyendo con él. Reveló su secreto a un capitán inglés a cambio de compartir el valor de venta si lo llevaba a Bombay. El codicioso capitán asesinó al esclavo vendiendo el diamante a un joyero hindú. El capitán malgastó su fortuna y terminó ahorcándose. En 1717 fue vendido a Felipe II, Duque de Orleans, Regente de Francia. Fue engarzado a la corona del Rey Luis XV y María Antonieta lo desmontó para adornar un sombrero de terciopelo negro. La joya desapareció junto con el Diamante Azul de la Corona y el Sancy cuando la Tesorería Real fue saqueada durante la Revolución Francesa, apareciendo 15 meses después en un desván parisino. Napoleón lo montó en la empuñadura de la espada que usó en su coronación en 1804. Tras la caída de la Dinastía Napoleónica, el diamante pasó al tesoro nacional del Louvre.

Diamante Hope: (45 quilates) Diamante azul circundado por 16 diamantes blancos y unidos a una cadena con 45 diamantes. También posee una infame reputación. Fue tallado de un diamante de 67 quilates perteneciente a Luis XIV de Francia conocido como el “Diamante Azul de la Corona”. La leyenda dice que era el ojo de un ídolo hindú y que al robarlo empezó su maldición. Luis XIV perdió las colonias americanas y todos sus hijos y nietos murieron, sucediéndole su bisnieto. Las siguientes propietarias del diamante, La Princesa de Lamballe y María Antonieta fueron decapitadas en la Revolución Francesa. El diamante desapareció en el saqueo de la Tesorería Real. En 1838 apareció entre los bienes de Henry Philip Hope, banquero inglés y la leyenda de la maldición fue alimentada por el hecho de que toda su familia murió en la pobreza. El siguiente propietario, el sultán Abdul Hamid II de Turquía, conocido como Abdul el Maldito, se lo regaló a su cuarta esposa Subaya quien fue ejecutada al poco por su marido, quien luego fue destronado. En 1911 lo compró Evalyn Walsh McLean en Cartier. Su hijo murió al poco tiempo, pero ella nunca creyó en la maldición continuando usando el diamante hasta su muerte en 1949. Harry Winston lo compró y lo donó al Smithsonian Institute.

Diamante Negro Orlov: (67 quilates) Raro diamante negro con una historia llena de misterio. Según la leyenda, era el Ojo del ídolo hindú Brahma, robado por un monje. Fue propiedad de la princesa rusa Nadia Orlov, quien lo vendió al huir tras la revolución rusa. Según la leyenda, al ser robada la piedra está maldita. Cuentan que  tanto Nadia como otra princesa que lo poseyó Leonila Galitsine-Bariatinsky se suicidaron saltando de un edificio. El mismo destino tuvo el joyero que la importó a Estados Unidos. Harry Winston lo compró en 1950 y lo vendió en 1969. La última venta fue en 1995 en Sotheby’s por 1.5 millones de dólares.

Diamante Taylor-Burton: (69 quilates) Se hizo famoso cuando Richard Burton se lo regaló a Elizabeth Taylor Engarzado a un collar de Cartier. Ella lo usó por primera vez en el cumpleaños de la Princesa Grace de Mónaco en 1978. Tras su divorcio, la actriz lo vendió a Henry Lambert, conocido joyero norteamericano, por 5 millones de dólares, donando las ventas para construir un hospital en Botswana. Liz Taylor tenía una fabulosa colección de joyas en la cual destacan el diamante Krupp (33.4 quilates) y un diamante amarillo que fue originalmente un regalo del Shah Jahan a su esposa Mumtaz Mahal, en cuyo honor también erigió el Taj Mahal. Estas tres fantásticas joyas le fueron regaladas por Burton.



Diamante Tiffany: (128 quilates) Este diamante amarillo fue comprado en 1887 por la conocida joyería neoyorquina para ser exhibido en su tienda. En 1960 fue montado en un broche coronado por un pájaro diseñado por el legendario diseñador Jean Schlumberger. Se hizo famoso cuando fue usado por la actriz Audrey Hepburn en 1961 para las fotografías publicitarias de la Película “Breakfast at Tiffany’s”. La actriz, junto a la socialite neoyorquina Sheldon Whitehouse, quien la llevó en un baile organizado por Tiffany en 1957 fueron las únicas dos mujeres que tuvieron la suerte de usarlo. En los años 60 estaba montado en un collar de diamantes blancos diseñado por S Schlumberger y llamado "Ribbon Rosette necklce". Actualmente se encuentra exhibido en la joyería de la Quinta Avenida. En 1983 lo tasaron en 12 millones de dólares, pero este diamante no está a la venta.
Diamante Florentino: (138 quilates) También fue conocido como "el Toscano" y "el diamante austriaco". Este Diamante amarillo de talla irregular perteneciò a la familia Medici de Florencia. Según la leyenda, lo perdió en batalla el Duque de Borgoña en 1467. Un soldado lo encontró y lo vendió por 1 florín pensando que era de vidrio terminando en manos de los Medici. Cuando en 1657 el último de los Medici se casó con la Emperatriz María Teresa de Habsburgo pasó a la corona austriaca. Tras el exilio de la familia imperial austriaca a Suiza, en 1921 el diamante fue robado junto con otras joyas de la corona austriaca y se desconoce su paradero actual.

Diamante del Archiduque José: (76.45 quilates) Este diamante famoso por su perfección, perteneció a la rama Húngara de la familia Habsburgo. El Archiduque José Augusto se lo dio a su hijo José Francisco quien lo vendió a un Banquero Europeo durante la Segunda Guerra Mundial. Mucho tiempo se desconoció su paradero hasta que apareció en una subasta en Londres en 1961. En 1993 se lo subastó por 6.5 millones de dólares en Christie’s y fue adquirido por la famosa joyerìa Molina Fine Jewelers y montado a un collar de diamantes que han prestado a celebridades como Celine Dion y Laura Harring para la gala de los premios Óscar. Actualmente el collar se encuentra a la venta por 25 millones de dólares.





 
 Diamante Darya-I-Nur o Mar de Luz: (186 quilates) Este increíble diamante rosado que forma parte del tesoro de la corona Iraní. Era propiedad, como el kohinoor, del primer emperador de la India. Durante el saqueo persa de Delhi en 1739 fue llevado a Persia como parte del botín. En 1797 el sha Fath Ali, coleccionista y gran conocedor de joyas, hizo grabar su nombre en el diamante. El Shah nascer ed Din lo engarzó a un broche encabezado por dos leones y el sol (el emblema del Gobierno Imperial de Irán) y rodeado por 457 diamantes y 4 rubíes. Se desconoce su peso exacto ya que la joya no puede removerse del engarce por miedo a que se dañe, por lo que el peso que se le atribuye es solamente un estimado. En 1965 unos especialistas al estudiar al Darya-I-Nur, revelaron que el  probablemente fue tallado de un diamante más grande registrado por Tavernier que en el siglo XVI, quien lo llamó "La Grande Table", un enorme diamante rosa de 242 quilates.

Diamante Briolette de India: (90 quilates) Este legendario diamante es uno de los más antiguos registrados. Su primera propietaria fue Leonor de Aquitania, primera reina francesa en el siglo XII. Su hijo, Ricardo Corazón de León lo llevó a la tercera cruzada. En el siglo XVI, Enrique II de Francia se lo regaló a su amante Diane de Poitiers. Tras la muerte de Enrique II, su esposa Catalina de Medicis obligó a Diana de Poitiers a devolverle todas las joyas que su marido le había entregado y se presume que esta joya se encontraba entre ellas. Tras este incidente, el diamante desapareció por siglos hasta que en 1950 el joyero Harry Winston se lo compró a un Maharajá hindú. Luego el diamante fue vendido a la Sra. I.W. Killam y tras su muerte fue vuelto a comprar por el Sr. Winston 10 años después. El diamante fue vendido nuevamente a una familia europea.



Diamante Grand Condé: Este majestuoso diamante rosado es sumamente valioso  por su peculiar color. Luis XIII se lo regaló en 1644 a Luis de Borbón, Príncipe de Condé por su desempeño en la Guerra de los 30 años. Luis II de Borbón, el gran Condé, lo montó en el puño de su bastón, El diamante siguió en esta familia hasta que en 1892, el duque d'Aumale, uno de los descendientes del Gran Condé, lo donó en su testamento al gobierno francés para que fuera exhibido en el Musée de Condé de Chantilly. En 1926 fue robado y luego fue encontrado y devuelto al museo. Desde el robo, como precaución el diamante ya no se exhibe, exhibe en el museo, siendo remplazado por una réplica. 




Diamante De Beers: (235 quilates) Enorme diamante amarillo hallado en las minas De Beers en 1888. Es el séptimo diamante facetado más grande del mundo. En 1928 lo compró de la famosa Joyería Holandesa el Maharajá de Patiala y lo montó en un espectacular collar de 5 vueltas con más de 2930 diamantes y 1,5 kilos de peso hecho por Cartier, conocido como el Collar Patiala. Tras el final del Raj Británico, este hermoso collar Art decó desapareció. El diamante De Beers apareció en 1982 y fue subastado por Sotheby’s por 3.16 millones de dólares. En 1998 el collar Patiala fue encontrado en una pequeña joyería londinense. Todas las grandes gemas habían desaparecido. Cartier compró lo que restaba del collar y pasó 4 años restaurándolo. Una réplica en zircón del De Beers fue montada en el collar. Si el collar estuviera completo valdría más de 25 millones de dólares.


Diamante Sancy: (55.23 quilates) Diamante amarillo de origen hindú con una interesante historia. Fue uno de los primeros en ser tallados con facetado simétrico. Adquirido en 1570 en Constantinopla por Nicolás de Sancy, el Embajador Francés en Turquía quien lo prestó a Enrique IV de Francia como garantía para un préstamo para financiar la guerra. Sancy envió la joya con un mensajero, pero ésta nunca llegó a destino. Sancy hizo buscar al mensajero, quien fue hallado muerto, ultimado por ladrones. El diamante fue encontrado en el estómago del mensajero, quien lo habría tragado para evitar que cayese en manos de los atracadores. En 1605 Sancy vendió el diamante a James I de Inglaterra. James II, exiliado a Francia, se lo vendió al rey Luis XIV pasando a integrar el tesoro francés. El Sancy fue robado en el saqueo de la Tesorería Real de 1792. En 1828 reapareció y fue vendido a un Príncipe ruso. En 1906 el diamante fue comprado por William Waldorf Astor como regalo de matrimonio para su hijo, el Vizconde de Astor y montado a una tiara que utilizaban las mujeres de la familia en importantes ceremonias. Actualmente el Sancy fue comprado por el Museo del Louvre.

Diamante Spoonmaker: (86 quilates) Este famosísimo diamante es el orgullo del Museo Topkapi de Estambul. Está rodeado por dos filas de brillantes y es el tercer diamante más grande del mundo. Según la leyenda en 1669, un mendigo lo encontró entre unos escombros y se lo cambió a un fabricante de cucharas por tres cucharas de madera. Cuando el Sultán Mehmed IV se enteró de la joya, ordenó que se la lleven al palacio y desde entonces integra al impresionante tesoro de los sultanes otomanos.





Corazón del Océano: Joya creada para la película Titanic, inspirada en el Collar del Diamante Hope. La usó Kate Winslett en la película. Los Joyeros Asprey&Garrard crearon una réplica original con un corazón de zafiro de 170 quilates con 65 diamantes blancos cada uno de 30 quilates. Celine Dion lo usó en los Óscar de 1998 para cantar “My Heart Will Go On”, tema de Titanic. Lo compró su marido, René Angelil, para regalárselo por 2.2 millones de dólares a beneficio de la Fundación de Lady Di. Harry Winston también creó una réplica de la joya, valuada en 20 millones de dólares, con un auténtico diamante azul, usada por Gloria Stuart (la actriz que interpreta a la vieja Rose) en la ceremonia de los Óscar.







Zafiro Bismarck: (98.6 quilates) Fue propiedad de la Condesa Mona von Bismarck, quien lo compró en Sri Lanka en 1926 durante el viaje alrededor del mundo que hizo por su luna de miel. Lo montó a un espectacular collar de platino y diamantes de de Cartier, conocido como el collar Bismarck. Mona von Bismarck fue la primera mujer electa como la más elegante del mundo en 1933 y estuvo casada con el conde Edward von Bismarck, nieto del célebre Otto von Bismarck.


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